postheadericon Encuentros y desencuentros en la relación madre- hija por Teresa Glikin

Mucho se ha escrito, desde diferentes enfoques teóricos acerca del vínculo entre madres e hijas.
Se tienen en cuenta los sentimientos antagónicos: amor-odio, aceptación.- rechazo, acercamiento-alejamiento, todos movimientos que denotan ambivalencia, en una relación fuertemente influenciada por los diferentes momentos de la vida en la que se encuentran cada uno de los miembros de la díada.
Desde el punto de vista fenomenológico-.existencial, ese antagonismo lo analizaremos en función del encuentro o el desencuentro que se genera en el “entre” de la relación madre-hija.
¿Por qué elegir este vínculo en especial?
Justamente porque es un vínculo especial, que interviene significativamente en la organización del mundo afectivo de la hija, como modelo estructurante y como sentido de su ser mujer, tomado desde el polo de la hija, así como también desde la madre, el modo en que se comunica y relaciona con su hija le otorga sentido a su rol de madre y de mujer dadora
Como explica el Dr. Rispo en su libro Las Ramas de la Existencia, refiriéndose a Husserl:
Todo el recorrido de la estructuración del ser será participativamente emocional y a través de la modalidad del vivenciar, será el camino para individualizar las conexiones de significado y sentido.
En cada estructuración propia se darán determinadas vivencias y no otras, y las que aparecen siempre responderán a la estructura de figura y fondo y a los nexos de significación y sentido.

Cuando puede ser descripta y comprendida con otro ser humano, aquí lo co-vivenciado es en el “entre nosotros.”
Pero hay que tener en cuenta que toda relación interpersonal tiene un sentido organizativo y constitutivo que es siempre cambiante.
Toda la historia de la humanidad es un contínuo actuar interpersonal, por lo tanto la historia personal de cada ser humano es parte de esa historia pre-existente.
Cuando hablamos de SENTIDO, aludimos a los conceptos de Binswanger para quien el sentido cobra la significación de intencionalidad de conciencia. El fin de la conciencia intencional implica un” para qué “, una dirección orientada hacia, siempre hacia los otros, hacia mi futuro, hacia mi proyecto.
El sentido que podamos dar a nuestra existencia parte de una co-existencia posible que se va desplegando.
Todas las instancias de los mundos “precedidos” dan lugar a las experiencias personales, a las creencias, a determinados referentes bio-psico-sociales que hacen parte constitutiva del proyecto que se pone en práctica en el respectivo accionar –en-el-mundo.
Todo ser humano cae al mundo para habitarlo, pero ya desde su nacimiento, o antes de nacer, participa del mundo de una manera natural, emocional, intuitiva.
El mundo precedido a la propia existencia (Vorwelt) adquiere el sentido organizador y formador de la propia manera de actuar en el mundo.
Los padres, la historia, lo social, formarían parte de lo precedido en cada ser humano .Por tal motivo es que tomamos en cuenta este concepto para entender que todos participamos de un mundo anterior a nuestra existencia que nos sirve de referente y nos sitúa
Pero el en-sí de lo familiar, o lo social no debe ser considerado como causa o motivo para una particular modalidad de ser-en-el-mundo. Lo que cada ser humano dispone al nacer son las infinitas posibilidades de ser y que se ponen de manifiesto en el accionar, en la estructura espacio-temporal que va deviniendo como expresión de un proyecto y sentido de la propia existencia y de la co-existencia.
Además del mundo precedido ( Vorwelt), Binswanger hace referencia a otra realidad que le es impuesta al hombre, que no elige, que le es dada. Nos referimos al Lebenswelt
Todos los eventos, las facticidades que se sucederán en el devenir espacio-temporal de cualquier existencia, los acontecimientos a los cuales el ser humano se une en las relaciones vinculares, parten de ese origen primario del mundo natural, vital (Lebenswelt), lo que termina siendo su propia posibilidad de ser sujetidad para trascender.
La Lebenswelt no es otra cosa que la condición vital, la materialidad, el cuerpo mismo con el que llegamos al mundo. Se fundamenta en un mundo real, que se va constituyendo en valores que se van creando sucesivamente en el transcurso espacio-temporal de un individuo, de una familia, de un pueblo o de una nación.
El valor LIBERTAD, por ejemplo, ya desde el nacer, se encuentra como la impronta de la propia posibilidad de ser libre tanto en la misma intimidad como con respecto a la intimidad ajena.
También la familia en la que le tocó nacer a cada hijo habla de una facticidad. No elijo la familia, ni la nación para nacer. Esto es lo dado. Sin embargo está en cada hijo/a y en cada madre,el ir organizando el mundo interpersonal, ir definiendo una particularidad de ser-en-el-mundo, una co-existencia.en el sentido de la autenticidad o inautenticidad , del encuentro o del desencuentro



En este marco que nos brinda la fenomenología estamos ubicando la relación entre madre e hija como una relación interpersonal, en la que intervienen los conceptos de figura y fondo significando que el panorama puede ser el mismo, pero todo dependerá del modo particular de vivenciar de cada una de ellas: madre e hija.
Es decir que más allá de la intencionalidad de la madre en el sentido de orientar a su hija hacia un determinado rumbo, habrá un ser que realizará su propia lectura de la situación e irá significando su mundo.
Este es el interjuego necesario. Es el camino para transitar y llegar a ser sí mismo, es una sólida organización estructurada en el vínculo amoroso, en la relación yo-tú, cuya calidad afectiva se sustenta en la recíproca expresión de intimidades disponibles para el otro, en la preocupación y en el cuidado. Sólo así, la estructura del ser-para-el-otro hará que el Eigenwelt pueda ser en sí mismo trascendente.
La emoción y las vivencias organizan y estructuran el ser.
Los actos expresivos del ser deben ser actuales y actualizados de acuerdo con cada situación. La actualidad estará referida a la expresión del horizonte del futuro, es decir a través de un proyecto, de mi posibilidad de futurizar, de anticiparme, pero se hace presente en el “entre”, es decir en la relación actual con el otro.
Al decir de Rispo, esta modalidad de futurizar es crear las condiciones para el hallazgo del otro, la comprensión del mismo y la creación de un mundo dialogante.
El mundo responde adecuadamente, sitúa al propio ser en un espacio y en un tiempo, que es el aspecto del propio ser, pero a la vez confirma el aspecto de ser otro para otro, como se materializa por ejemplo en la relación diádica que nos ocupa, tanto madre-hija como hija-madre.
Enfatizamos lo dialéctico del vínculo, pues en la díada, las dos integrantes organizan y estructuran su mundo y deben actualizar su inserción en él , pues ésta no es única y para toda la existencia, sino que es dinámica, cambiante a partir de este nuevo “otro” que modifica mi espacialidad y mi temporalidad.
Pues hablar de ser es hablar de ser-en-el-mundo y hablar de sí mismo siempre será hablar de una existencia en relación con otra, es hablar de CO - EXISTENCIA .
El sí mismo es la auténtica modalidad del ser para la co-existencia.
Co-existir no es sólo existir con el otro sino SER- PARA.
El yo y el tú no sólo están en relación sino que se produce un intercambio.
Para Binswanger, lo auténtico del ser-en-el-mundo es ser con, hacia y para el otro.
La coexistencia es auténtica por ser para alguien. La modalidad de los seres que co-existen se expresa en el modo dual de ser recíproco, de ser-juntos-en-el-amor, el que puede darse en una pareja, en una relación de amigos, o en un vínculo entre padres e hijos.
Cada uno de los integrantes de la relación dual tiene su propìo fluir vital hacia el devenir.
Cada integrante se complementa en el encontrar y encontrarse, en el comprender y comprenderse
y en el diálogo.
En la co-existencia amorosa se encuentra el sentido de la propia existencia, es decir que la modalidad amorosa sólo puede ser estudiada desde la posibilidad de co-existir. Implica el cuidado, la preocupación para que el otro sea.
El cuidado amoroso consiste en procurar que cada cual trascienda su propia existencia.
Desde el momento del encuentro, ya no puedo ser libre si el otro no lo es.
Mi existencia pone en acto su condición coexistencial.
En el momento del encuentro, yo le respondo al otro. La respuesta será plena si es un acto de libertad de la persona que responde.
El otro pide mi respuesta. Encontrándome con el otro me encuentro conmigo mismo, con lo que soy. Yo soy dando de mí. Lo primero que puedo dar es mi respuesta personal. Si no respondo, el encuentro no se produce. En este caso, si no respondo, habría un encuentro para mí, pues tengo la percepción del otro, pero no para el otro, a quien sólo le he dado silencio.
Esta es mi verdadera posibilidad de ser “entre”, es decir en el entre del Yo-Tú. Es en mi co.existir en el que cobra sentido mi existencia y la existencia del otro.
Si soy madre y despliego mis posibilidades de ser, seré madre y permitiré ser a mi hija. Ambas nos encontraremos en un movimiento prospectivo y concordante.
¿Qué sucedería, entonces en la relación entre una hija y una madre si en lugar de este encuentro amoroso, este ser-juntos –en-libertad, se suscita un desencuentro?
El desencuentro surge ante la negación de las condiciones de posibilidad del encuentro, es decir : no poder cuidar al otro, no hallar una coexistencia auténtica, no coexistir en libertad, no poder dialogar, no comprender ni comprenderse
Cuando se instala el desencuentro, se produce la distancia, la separación, la desconsideración.
La existencia se aleja de su posibilidad de ser auténtica, queda anclada en un presente, sin poder futurizar.
Existe una acentuación del yo-mismo como egoísmo, por lo que habrá una insistencia exagerada de los propios intereses, sin tener en cuenta al otro.
Pueden aparecer conductas competitivas, que enfrentarían a madres e hijas. Se pone el acento en el “tener” en detrimento del “ser”. En el mundo del desencuentro se puede llegar a ser agresivo con el otro, el vínculo amoroso puede transformarse en odio, resentimiento, envidia, celos, rivalidad.
Es un mundo del ser individualista, en el que el ser está imposibilitado de constituirse en un ser para otro, quedando atrapado en una singularidad aislada.
Como terapeutas existenciales nos encontramos en muchas oportunidades ante la situación de desencuentro entre madres e hijas.
Nos cuestionamos acerca de cómo intervenir para restituir la posibilidad de encuentro en una relación perturbada entre una madre y una hija, sea que nuestra paciente sea la madre, la hija o ambas.
Uno de los prejuicios más frecuentes es intentar descubrir “causas” o “culpables” en esta situación.
Más de una vez nos hemos sorprendido de escuchar cómo se compadece tanto a la madre como a la hija en términos de: “pobre esa chica con la madre tan absorbente, o autoritaria, o sobreprotectora, o abandónica”, o en el caso de la madre: hasta se han escrito libros para las pobres madres de hijas adolescentes, que son demandantes, arbitrarias, injustas. No desconocemos el hecho de que actualmente la adolescencia comienza cada vez más tempranamente, alrededor de los 10 años para finalizar en muchos casos cerca de los 30 años. con lo que las pobres madres y también las pobres hijas tienen justificado su malestar y por supuesto este desencuentro que parece tornarse insalvable.
Esta manera de abordar la situación se está transformando en una especie de mito que como tal funciona como un modo de generalización del problema.
Estos mitos no nos conducen a la superación del desencuentro, sino muy por el contrario, estarían contribuyendo a tomar como natural o “normal” conductas que podrían modificarse para llevar al vínculo a un nivel mucho más beneficioso tanto para las madres como para las hijas , repercutiendo asimismo en todo el entorno familiar y social.
En primer lugar vamos a puntualizar la idea de causa, como por ejemplo creer que la madre es la causante de que su hija no avance en el logro de determinados objetivos, o que no se desarrolle en ciertas áreas.
Ya mencioné anteriormente de qué modo interviene el referente de lo precedido en la estructura de cada existente.
Muchas veces surge la tendencia en los hijos a justificar su no-poder ser, o no poder-hacer poniendo en los padres en el lugar del que no permite.
Es en este punto en el que la hija necesita animarse a ser libre, pues este desencuentro está obstaculizando su verdadera posibilidad de elegir y ser. Si encuentro es diálogo, es escucharse, es pedir, es aceptar, la intencionalidad de la hija debe estar dirigida a salir del antagonismo, de la desconfianza para crecer y animarse a ser.
Desde el lugar de la madre, insistir en que su hija cambie en el sentido que ella le da a su propia existencia es negar que su hija es otro ser humano, otra existencia, diferente en muchos aspectos, pero capaz de hallar sus propias significaciones que la conducirán a la concreción de su proyecto. En esta aceptación deberá poner en juego el respeto y la confianza que su hija necesita para elegir en libertad.
Perseverar en la búsqueda de causas sería continuar con una mirada puesta en el pasado. Es desconocer la diversidad. Es alejarse del proyecto. Es no poder avanzar. Es quedarse en lo ya dado. Es permanecer en el no-ser
En todo evento interviene una génesis de sentido y no una causalidad.
Responde a una organización y estructuración de la personalidad de acuerdo a los “juegos de posibilidades”. Frente a cada hecho o a cada evento, existe la posibilidad de elegir un camino u otro.
En segundo lugar, mencionaré como contraproducente el hecho frecuente de buscar culpables, víctimas o victimarios en la relación.
No hablamos de culpa, sino de responsabilidad.
Si creyéramos que el ser humano es víctima de los acontecimientos, estaríamos negando la auténtica posibilidad del hombre de ser libre con responsabilidad por lo que ha elegido. Todo lo que es capaz de hacer el ser humano siempre estará embargado ya sea por lo que hace como por lo que no hace.
Por este motivo es que desentrañar el sentido del desencuentro, también nos lleva a comprender que esas conductas que alejan a madres de hijas, no son sino las expresión de un desencuentro consigo mismas, de un alejamiento de sus propias posibilidades de ser sí-mismas, auténticamente, con responsabilidad y cuidado del otro y de sí mismas.
Es en el mundo propio, en el sentido de sus existencias, que se dificulta la capacidad de trascender el momento presente, de visualizar el futuro.
Sólo la búsqueda del sentido de sus propias existencias, devenidas en co-existencias les permitirá restituir el vínculo amoroso, lo que cada una es capaz de dar para la otra y para sí misma.
Si como co-existencia, la madre y la hija despliegan su posibilidad de ser libres, no es una ni la otra que le “darán libertad” a la otra sino que cada una podrá dar sentido a su libertad a partir de sus propias acciones.
De esta manera, cuando una madre logra vincularse con su hija en el sentido del cuidado y de la responsabilidad, estará aproximándose a ella, es decir, estará más próxima, su hija podrá contar con ella. Ella podrá contar con su hija. Y juntas podrán transitar por senderos de respeto y de crecimiento mutuo
Lic. Teresa R. Glikin

BIBLIOGRAFIA
Buber, Martín . Yo y Tú
Glikin, Teresa : La nostridad
Lain Entralgo, Pedro: Teoría y Realidad del Otro
Rispo, Pablo: Por las Ramas de la Existencia
Rispo, Pablo : El sentido para Ludwig Binswanger y Víctor Frankl
Rispo, Pablo y Signorelli, Susana: La Terapia Existencial

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pareció bastante iteresante y útil este tema. Estudié Ciencias de la Comunicación pero siempre estuve interesada en la psicología, por cuestiones "familiares" jaja no estudié esa carrera. Ojalá sigan publicando más sobre estos temas, relaciones interpersonales, autoconocimiento, autoayuda, y hasta cuestiones de orientación vocacional, donde las próximas generaciones puedan ir conociendo su perfil para la elección de su carrera.
Liz.

Carlos Moreno dijo...

Muy buen artículo, la relación materno-filial visto desde el ojo crítico-analítico de la propuesta existencial, la relación truculenta madre-hija siempre ha tenido sus desavenencias, eso lo hizo ver Sigmund Freud y lo llevó a la luz pública, la hija siempre va a odiar a la madre, pero esa bronca se resuelve cuando la hija hace consciencia de “qué es lo que le puede entregar a la madre y la madre hace consciencia de qué es lo que le puede compartir a la hija,” pero sobre todo cuando la madre se da cuenta de que la hija es otro ser diferente a ella, cortar el cordón umbilical.
Muy buena aportación cuando señala que “el hijo afirma su nulidad cuando deja su responsabilidad en manos de sus padres”.
Saludos desde Monclova Coah. México

Anónimo dijo...

Muy interesante. Se me ocurre la siguiente pregunta desde mi propia experiencia personal. Como hija no se como colocarme ante una madre que siento abandónica y que no ha sabido ser madre, sino más bien hija, amiga o hermana. Tengo 27 años y mi madre ideal se me ha caído al suelo hace bien poco, estoy rabiosa, y empiezo a aceptar que ella no es lo que yo esperaba y que nunca podrá darme esos cuidados anhelados. La relación ha dejado de tener sentido para mi y he decidido alejarme pues desde su rol de víctima me demanda que la cuide, que me haga cargo, y yo ya no quiero hacerme cargo de una madre que nunca fue madre, ni de un ser humano que me genera rechazo. ¿Puedo hacer algo en este conflicto aparte de expulsarla de mi vida? Que conste que ya he probado explicarle mil veces. Mi madre simplemente es una persona que ha elegido la carencia como modo de vida, que no tiene nada para da sino solo pedir... y esto me desagrada profundamente. Gracias.

Psicoterapia Existencial

Es un enfoque psicoterapéutico que fundamenta su aproximación al ser humano en las propuestas de los filósofos existenciales. Hermana de los enfoques Existencial-Humanistas (como en Enfoque Centrado en la Persona, Logoterapia y Terapia Gestalt), la Psicoterapia Existencial consiste en una profundización en la visión del terapeuta y en una sensibilización hacia los temas existenciales; así como en el desarrollo de una práctica terapéutica especialmente relacional.
Es esencialmente un enfoque filosófico que al abordar los problemas y asuntos que emergen y provocan estrés, los considera consecuencia de las dificultades encontradas por el hecho de vivir, en vez de indicadores de una enfermedad o de salud mental.
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• Lic. en Psicología. Maestría en Psicoterapia Humanista.
• c.a. Doctorado en Psicoterapia
• c.a. Certificación Internacional en Psicología Transpersonal y Respiración Holotrópica por el Dr. Stanislav Grof
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• Representante para México y América Latina de The International Collaboration of Existential Counsellors and Psychotherapists.

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